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sábado, 22 de marzo de 2014

Beata Ludovica (Dibujos)


Fiesta: 25 febrero

Sor Ludovica nació en San Gregorio, a pocos kilómetros de la ciudad de L’Aquila, en Italia. El 14 de noviembre de 1904, ingresó como postulante en el noviciado de las Hijas de la Misericordia de Savona y el 14 de noviembre de 1907, se embarcó en Génova y llegó a la Argentina como misionera.
En sus comienzos, fue destinada al Hospital de niños de La Plata. Sus primeras tareas fueron la cocina, la despensa y el guardarropa. El Hospital, se componía de una alambrada, un portón y un par de salas de madera, es decir casi galpones. El Director del Hospital impresionado por el carisma de Ludovica la nombró administradora del Hospital, a pesar de  la fuerte negativa de ella. Más tarde, al morir la superiora del Hospital, fue nombrada superiora del mismo, a pesar de que se negaba por creerse incapaz.
Los primeros tanteos de Sor Ludovica de Ángelis fueron difíciles y complejos. Tenía que dar órdenes, admitir personal, tomar decisiones, distribuir tareas, delegar responsabilidades y, sobre todo, vigilar. He aquí el primer logro, logró quitar al Hospital de Niños, toda la frialdad de los hospitales clásicos.
Durante esos primeros años, la religiosa aprovechó todo momento libre, para aprender y ejercitarse en todos los oficios propios de una enfermera. Llegó a ser una experta colaboradora de los médicos hasta en el quirófano.
También bajo su dirección, las hermanas del hospital comenzaron a hacerse cargo de todos los niños que quedaban abandonados allí por sus padres. Asumieron la tarea de hacerlos crecer, educarlos, prepararlos para la vida, enseñarles un oficio o una profesión, de esa manera, esta mujer de pocas letras, transformó el Hospital en un Hogar-Escuela.
La vida de sor Ludovica no fue de rosas, siempre sufrió físicamente por su delicada salud, y espiritualmente, ya que tuvo que soportar infinitas críticas, calumnias, acusaciones, imputaciones, intrigas, sañas, intervenciones, incluso siete acusaciones por malversación de fondos.
La Hermana Ludovica falleció el 25 de febrero de 1962, y después de largo y minucioso proceso, el papa Juan Pablo II, proclamó la heroicidad de sus virtudes.