sábado, 22 de marzo de 2014

Oración Gloria (Dibujo)

 

ORACIÓN DEL GLORIA (Misa)

Gloria a Dios en cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias.
Señor Dios, Rey Celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor Hijo Único Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre.
Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestras súplicas;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo Jesucristo,
con el Espíritu Santo,
en la gloria de Dios Padre.
Amén.

San Pedro Claver (Dibujo)


Fiesta: 9 septiembre

Nació en Verdú, España, el 26 de Junio de 1580.
Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decidió ser Jesuita e ingresó en Tarragona.
Animado por la visión de un amigo, con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610 para evangelizar los territorios españoles en América. Estudió su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego fue enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena se ordenó sacerdote el 20 de Marzo de 1616.
Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12 de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Cartagena se había convertido en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. 
Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. No se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. En Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros.
Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que él era su defensor y padre. Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba.
Murió el 9 de Septiembre de 1654, en su vida llegó a catequizar y bautizar a más de 300.000 negros.

San Mateo (Dibujo)


Fiesta: 21 de septiembre

Mateo fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Se llamaba Leví, y era hijo de Alfeo. Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Ejercía su oficio en Cafarnaúm, a orillas del lago de Genesaret.
Un día, estando él ejerciendo su oficio, se encontró con Jesús que lo llamó a seguirlo. Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo lo dejó todo y se fue con él, convirtiéndose en su discípulo y apóstol. 
Desde entonces Mateo estuvo siempre al lado de Jesús. Presenció sus milagros, escuchó sus sabios sermones y le colaboró predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes que los seguían ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret.
En Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y luego de eso fue enviado a predicar a Judea, donde realizó muchos milagros. También evangelizó Etiopía, donde resucitó al hijo del rey Eglippo y curó de la lepra a su hermana. En esas tierras murió martirizado.
Es el autor del Evangelio de San Mateo, donde recoge las memorias de la vida de Jesús. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.

Arcángeles (Dibujo)


Fiesta: 29 de septiembre

Según los Padres de la Iglesia, la misión de los ángeles es conducir a la humanidad al culto del único Dios verdadero, siendo así mensajeros de las revelaciones divinas.
En la Biblia, hay dos textos importantes que se toman para justificar la existencia de los arcángeles. En el libro de Tobit (o Tobías) el ángel Rafael se presenta diciendo "Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa" (Tb 12, 15), también en el libro del Apocalipsis se lee: "Reciban ustedes gracia y paz de parte del que es y era y ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono" (Ap 1,4).
Como Miguel, Rafael y Gabriel son los únicos ángeles cuyos nombres son mencionados en la Biblia, y a los que Dios les reveló misiones singulares, se los incluye en el grupo de arcángeles. “Ellos sirven a Dios día y noche, contemplando su rostro, glorificándolo sin cesar” (Martirologio Romano)
La misión de san Miguel se lee en libro del Apocalipsis, la de san Rafael en el libro de Tobit, y la misión más conocida de san Gabriel es el anuncio a María Virgen en el Evangelio de San Lucas.
La fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael se celebra conjuntamente el día 29 de septiembre recordando el día de la dedicación de la basílica que tiene el título de San Miguel, en la vía Salaria, Italia.

Información tomada del libro "La misión de los ángeles según los padres de la Iglesia", Jean Daniélou, Editorial Paulinas.

Partes del Templo Católico (Dibujo)


La iglesia o templo católico:
La iglesia es un lugar que está construido especialmente para que nos podamos reunir todos juntos como familia de Dios, para que todos juntos podamos demostrarle a Dios nuestro cariño, podamos hablar con él o celebrar.
Dentro de la iglesia encontramos los siguientes lugares:
El presbiterio:
Dentro de la iglesia existe un lugar más elevado que se llama presbiterio porque ese es el recinto de los presbíteros o sacerdotes que en nombre de Jesús proclaman la Palabra de Dios y nos dan el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En el presbiterio están el altar, el ambón, la sede y la credencia.
El altar:
Es una mesa rectangular, pero no una mesa cualquiera, ya que allí se colocan las ofrendas y se realiza la consagración. Es la mesa del banquete que representa a la persona de Jesús. Por eso el sacerdote la besa cuando comienza la misa y todos, cada vez que pasamos frente al altar, hacemos una reverencia inclinando la cabeza.
La sede:
Es la silla más grande que está en el presbiterio. En ella se sienta quien preside la celebración de la misa.
El ambón:
En el ambón se apoya el libro que contiene la Palabra de Dios, y desde allí se leen las lecturas bíblicas durante la misa. Se suele vestir el ambón con los colores del calendario litúrgico.
La credencia:
Es una mesita pequeña en la cual se apoyan los elementos que se utilizan durante la misa.
El sagrario
Es el lugar donde se encuentra el Cuerpo de Jesús. El término proviene de “sagrado”; es el lugar más santo de la iglesia, porque allí se encuentra Jesús, nuestro Dios, en la Hostia.
Los sagrarios tienen diversas formas, pero podemos localizarlos fácilmente en los templos porque muy cerquita de ellos hay una luz roja, muy pequeña, que nos indica que ahí está Jesús.
Fuente o Pila Bautismal:
En la iglesia se destina un lugar, con forma de fuente, para realizar los bautismos. Allí se derrama el agua bautismal durante la celebración del sacramento.
La cruz:
En todas las iglesias siempre hay una cruz en un lugar importante. Por la cruz Jesús nos trajo la salvación. La cruz une a todas las personas con Dios.
Retablo:
Es una construcción que suele ser de madera, es para decorar y poder colocar allí las imágenes de los santos.
Nave central: 
Es el lugar reservado a los fieles, con los bancos colocados de tal forma que todos puedan participar con la vista y el espíritu en las sagradas celebraciones, para que puedan acercarse con facilidad a recibir la comunión, y para que puedan adoptar las distintas posturas recomendadas para los diversos momentos de dichas celebraciones.
Confesionario:
Lugar donde confiesa el sacerdote.
Vía Crucis:
Todas las iglesias tienen representadas de alguna forma las 14 estaciones del Vía Crucis para que los fieles puedan seguirlas mientras rezan.
Agua bendita:
La mayoría de las iglesias disponen de pequeños recipientes para el agua bendita, de manera que el que entra o sale pueda santiguarse con ella.


Con alguna información tomada del libro: “Monaguillos. Servidores de la fiesta de Jesús.” Iván Dornelles y Eduardo H. García. Editorial Paulinas.
y de la "Liturgia Cotidiana" de Editorial San Pablo.

Objetos litúrgicos (Dibujo)


Los objetos litúrgicos

Para poder celebrar la Eucaristía se necesitan algunos objetos litúrgicos:
-Cáliz: Vaso consagrado para contener el vino, que a partir de la consagración se convertirá en la Sangre de Jesús.
-Patena: plato donde se colocan las hostias que el sacerdote consagrará durante la misa.
-Corporal: pequeño lienzo blanco que se coloca encima del mantel del altar, sobre él se colocan el cáliz y la patena y se realiza la consagración.
-Vinajeras: dos recipientes que contienen el vino y el agua para usar en ofertorio.
-Palia: un pequeño paño cuadrado y blanco con el que se cubre el cáliz.
-Copón: copa grande con tapa, destinada a la conservación de las hostias consagradas.
-Purificador: se utiliza para purificar (limpiar) los recipientes después de la comunión.
-Velas: habitualmente se usan dos, y representan la presencia de Jesús resucitado que es nuestra luz.
-Lavabo: se utiliza para que el sacerdote pueda lavarse las manos antes de la consagración.
-Manutergio: es un pequeño paño que se utiliza a modo de toalla para que el sacerdote se seque las manos.
-Libros litúrgicos: el libro que se coloca sobre el altar es el misal, que contiene las oraciones propias de la misa, pero también están el leccionario, que se coloca sobre el ambón y contiene las lecturas de la palabra de Dios que se proclaman en la misa; el libro de la sede, que es como el misal pero sólo con las oraciones iniciales, las intenciones y las oraciones finales; el evangeliario, que es como el leccionario pero contiene solo la palabra de los Evangelios; y el libro del guía, que tiene algunos textos para animar la celebración.

Tomado del libro: “Celebrando la Eucaristía” de Inés Ordoñez de Lanús. Editorial Paulinas

Las virtudes teologales (Dibujo)


Las virtudes teologales son aquellas virtudes que se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino. Las virtudes teologales son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).
La fe
La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. 
El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla.
La esperanza
La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo.
La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de toda persona; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.
La caridad
La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: «La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Co 13, 4-7).
Si no tengo caridad —dice también el apóstol— “nada soy...”. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... si no tengo caridad, “nada me aprovecha” (1 Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Co 13,13).

Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica, números 1812, 1813, 1814, 1816, 1817, 1818, 1822, 1825 y 1826.

Parábola del buen pastor (Dibujo)


"Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la extraviada hasta encontrarla? Al encontrarla, se la echa a los hombros contento, se va a casa, llama a amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la oveja perdida."
Lc 15, 4-6

San Simón Zelote (Dibujo)


Fiesta: 28 de octubre

Este santo vivió en Israel en la misma época que Jesús, fue uno de sus discípulos, y el mismo Jesús lo eligió para estar dentro del grupo de los doce apóstoles.
Simón pertenecía a un grupo formado en Israel en el que se hacían llamar los “zelotes”. Su fin era trabajar duramente contra la invasión romana en su país. Sin embargo, al seguir a Jesús, la escucha de su palabra le hizo descubrir la universalidad del amor de Dios.
A san Simón se lo celebra junto al apóstol san Judas Tadeo, porque la tradición cuenta que los dos iban siempre juntos en su rico y fecundo apostolado.
Se dice que Simón sucedió a Santiago el menor en el gobierno de la comunidad cristiana de Jerusalén, y los armenios sostienen que además fue él quien difundió el Evangelio en sus tierras, y que allí sufrió el martirio.
Usualmente se lo representa con una sierra, ya que la tradición cuenta que ese fue el instrumento de su martirio, que su cuerpo fue aserrado hasta hacerlo pedazos.

San Martin de Tours (Dibujo)


Fiesta: 11 de noviembre

San Martín de Tours
Martín, hijo de un tribuno romano, nació en Europa central alrededor del año 315. A los quince años ya vestía el uniforme militar. Es frecuente la narración popular del episodio de san Martín que, cabalgando envuelto en su amplio manto de guardia imperial, encontró a un pobre que tiritaba de frío, con gesto generoso cortó su manto y le dio la mitad al pobre. Por la noche, en sueños, vio a Jesús envuelto en la mitad de su manto, sonriéndole agradecido.
Después de recibir el bautismo abandonó su cargo militar para seguir a san Hilario de Poitiers, su maestro. Después de un breve noviciado de vida eremítica fundó dos monasterios: Ligugé, el más antiguo de Europa, y Marmoutier, que se convirtió en un gran centro de vida religiosa.
Fue elegido obispo de Tours, y así se convirtió en el gran evangelizador de Francia. En los 27 años de vida episcopal se ganó el amor entusiasta de los pobres, de los necesitados y de cuantos sufrían injusticias.
Murió el 8 de noviembre del 397 en Candes, durante una visita pastoral. Se lo puede considerar como el primer santo no mártir con fiesta litúrgica.

Cristo Rey (Dibujo)


La solemnidad de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, es una fiesta que siempre cierra el Año Litúrgico en el que se fue meditando sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. Siempre se celebra el quinto domingo antes de la fiesta de navidad del 25 de diciembre.
Fue el papa Pío XI quien, el 11 de diciembre de 1925, instituyó esta solemnidad para cerrar el tiempo ordinario del calendario litúrgico. El objetivo de esta fiesta es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Lo confesamos supremo Señor del cielo y de la tierra, de la Iglesia y de nuestras almas.
Del Evangelio según san Juan:
“Jesús le contesto [a Pilato]: –Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Le preguntó entonces Pilato: –¿Así que tú eres rey?
Jesús le contestó: –Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan.”
Jn 18, 36-37

Adviento Ciclo A (Dibujo)



El tiempo de Adviento prepara a la Iglesia para conmemorar la venida histórica de Jesús, el Redentor en Navidad. Todos los años el Adviento comienza el domingo más próximo al 30 de noviembre y se extiende durante cuatro semanas; la última semana se interrumpe ante la celebración de la Navidad el 25 de diciembre. Es un tiempo de conversión y preparación, pero también de alegría y esperanza. En los primeros días se nos invita a vivir vigilantes y preparados, y luego se nos invita a adentrarnos en los acontecimientos históricos que rodearon el nacimiento de Jesús, como la visita de María a Isabel, o el nacimiento de Juan Bautista.

Lecturas para los cuatro domingos de Adviento del CICLO A:

1º Domingo de adviento: Mt 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en tiempos de Noé, así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. En aquellos tiempos antes del diluvio, y  hasta el día en que Noé entró en la barca, la gente comía y bebía y se casaba. Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. En aquel momento, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y otro será dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y otra será dejada.
Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor. Pero sepan esto, que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto y no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Por eso, ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.»

2º Domingo de adviento: Mt 3, 1-12
Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea. En su proclamación decía: «Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!»
Juan era aquel de quien Dios había dicho por medio del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto.”» La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y se la sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; su comida eran langostas y miel del monte. La gente de Jerusalén y todos los de la región de Judea y de la región cercana al Jordán salían a oírle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán. Pero cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos iban a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor, y no presuman diciéndose a sí mismos: “Nosotros somos descendientes de Abraham”; porque les aseguro que incluso a estas piedras Dios puede convertirlas en descendientes de Abraham El hacha ya está lista para cortar los árboles de raíz. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se hecha al fuego. Yo, en verdad, los bautizo con agua para invitarlos a que se vuelvan a Dios; pero el que viene después de mí los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, y que ni siquiera merezco llevarle sus sandalias. Trae su pala en la mano y limpiará el trigo en el granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará.»

3º Domingo de adviento: Mt 11, 2-11
En aquel tiempo,  Juan, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de lo que Cristo estaba haciendo. Entonces envió algunos de sus seguidores a que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. Jesús les contestó «Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no encuentre en mí motivo de tropiezo!»
Cuando ellos se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A ver a un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho  más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino.” Les aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»

4º Domingo de adviento: Mt 1, 18-24
El nacimiento de Jesús fue de esta manera: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará  así porque salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel” (que significa: “Dios con nosotros”). Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa.

San Andrés (Dibujo)


Fiesta: 30 de noviembre

Andrés era hermano de Simón Pedro y como él, pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado desde su natal Betsaida. Llamado por Jesús para ser uno de sus doce apóstoles, Andrés fue el primero en ser sacado de las tareas de la pesca en el lago de Tiberíades, para ser honrado con el título de “pescador de hombres”, junto con Juan.

Andrés y Juan ya eran discípulos de Juan el bautista, y cuando éste les señaló a Jesús inmediatamente fueron a su encuentro para preguntarle dónde vivía, demostrando así su deseo de seguirle.
Además, según el Evangelio, Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro, ya que al encontrar a su hermano Simón le dijo que había encontrado al Mesías y lo llevó hasta él.
El Evangelio habla del apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.
Según Orígenes, después de Pentecostés Andrés habría predicado el Evangelio en Rusia meridional, en el Ponto Eusino, en Capadocia, en Galizia y en Bitinia. Luego, según san Jerónimo, habría pasado a evangelizar Acaya, deteniéndose en Patrasso, donde habría sufrido el martirio, alrededor del 60, clavado con los brazos diagonalmente sobre una cruz, que desde entonces se llamó “cruz de san Andrés”.

La Inmaculada Concepción (Dibujo)


Fiesta: 8 de diciembre

Decir que María es la Inmaculada Concepción significa que Dios le concedió a ella el privilegio de estar libre de todo pecado desde su nacimiento, por eso María es la llena de gracia, la toda pura, la Inmaculada. 
Celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María es celebrar el gran regalo que Dios le hizo a la mujer que sería la mamá de Jesús y nuestra madre. La celebración tiene un origen muy antiguo,  pero fue el papa Pío IX quien le dio la importancia mundial que hoy tiene, al proclamar, el 8 de diciembre de 1854, con la bula Ineffabilis Deus, el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Cuatro años después, la Virgen se apareció en Lourdes Francia, a Bernardette Soubirous, una pequeña de tan sólo 14 años, afirmándole que ella era la “Inmaculada Concepción”.

Santa Adelaida (Dibujo)


Fiesta: 16 de diciembre

Vivió en el siglo X, y fue reina de Italia y emperatriz del imperio Romano Germánico. 
La historia cuenta que se casó muy joven con Lotario, el rey de Italia en aquella época, y que juntos tuvieron una hija a la que llamaron Emma. Pero el rey Lotario murió cuando Adelaida era muy joven, apenas tenía 18 años. A pesar de su corta edad asumió todo su rol de reina. 
Después de muchas dificultades y problemas con otros reyes, decidió volver a casarse, y lo hizo con Otón el grande, emperador del imperio Romano Germánico. Con él tuvo otro hijo y dejó el reinado de Italia.
Durante su vida como emperatriz tuvo que afrontar trampas, envidias, traiciones, mentiras y falsedades. Ante todos esos problemas, Adelaida siempre mostró una madurez única y una fidelidad fuerte a sus principios cristianos.
La emperatriz se dedicó a hacer el bien. Protegió, socorrió y consoló a los necesitados. Consideraba el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No era injusta, ni vengativa con quienes le hacían el mal. Aunque no le gustaban mucho las tareas políticas del reino, siempre mostró un esmero infatigable. 
Rezaba, se mortificaba y expiaba por los pecados de su pueblo.
La gente la consideraba una santa. Murió en Alemania en el año 999.

Adoración de los pastores (Dibujo)


Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

San Esteban (Dibujo)


Fiesta: 26 diciembre

A San Esteban se le llama "protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia cristiana. Vivió en la misma época de Jesús y murió muy poco después de él.
El testimonio de este santo está narrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 7, del Nuevo Testamento. 
San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, algo que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, es decir el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés. 
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual exhortó a los judíos a creer en Jesús. 
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. 
Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que luego se convirtió) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo eso, murió. 
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.

Sagrada familia (Dibujo)


Fiesta: Domingo después de Navidad

“En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Como en Belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida! El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia". El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central.” 
Juan Pablo II.

Línea del tiempo de la Historia de la Salvación (Dibujo)


 Dios llama a Abraham, el primero de los patriarcas, para pedirle que deje su país y se dirija a la tierra que Él le mostrará. Abraham fue padre de Isaac, Isaac fue padre de Esaú y Jacob. Jacob tuvo 12 hijos que dieron origen a las 12 tribus de Israel.
Algunos clanes o tribus descendientes de los patriarcas tuvieron que emigrar a Egipto para sobrevivir.


Los israelitas permanecieron en Egipto 400 años. Al principio, los israelitas vivían pacíficamente, pero más tarde fueron hechos esclavos por el faraón de Egipto y utilizados como mano de obra para la construcción de las grandes obras públicas.
De todos los israelitas Dios escogió a Moisés, y desde una zarza ardiente le comunicó que debería liberar al pueblo de la esclavitud de Egipto. Así, guiado por Moisés el pueblo fue liberado, celebraron la primera Pascua y caminaron por el desierto durante 40 años hasta llegar a la tierra prometida.
En el monte Sinaí, Dios le entregó a Moisés los 10 Mandamientos, con los que se sellaba la Alianza de Dios con su Pueblo.
Al llegar a la tierra prometida, los israelitas la encontraron ocupada. Dios eligió a Josué como sucesor de Moisés, y lo puso al frente del pueblo. Después de muchos años de luchas se logró la conquista.
El pueblo se dividió en 12 tribus y Dios eligió a los Jueces para conducirlas.


 Con el tiempo el pueblo de Israel se organizó políticamente bajo la autoridad de reyes. Saúl fue el primer rey de Israel, que fue sucedido por David, el gran rey de Israel que logró unificar toda la nación.
David fue sucedido por su hijo, Salomón, que fue el rey que construyó el gran templo de Jerusalén. 
A la muerte de Salomón, Israel se dividió en dos: el reino del norte (Israel), y el reino del sur (Judá). Como consecuencia de esta división, los reinos quedaron empobrecidos y a merced de los grandes imperios vecinos.
Entonces aparecieron los grandes profetas que invitaban a la conversión.
El reino de Israel terminó siendo destruido y arrasado por los asirios.


 El reino de Israel fue arrasado por los asirios y todos los israelitas fueron deportados a Nínive.
Luego, el reino de Judá fue invadido y destruido por el imperio de Babilonia, y allí deportados todos los judíos.
Después de muchos años de destierro los judíos pudieron volver a su tierra, pero ya no como una nación independiente, sino como una provincia del imperio persa. Con mucha dedicación y esfuerzo, conducidos por Nehemías y Esdras, todos trabajaron en la reconstrucción de la ciudad y del Templo.


Nehemías y Esdras, junto a todo el pueblo judío, trabajaron con mucha dedicación en la reconstrucción de la ciudad, y todos volvieron a leer el libro de la Ley.
Luego, Alejandro Magno derrotó al imperio persa y todos los territorios pasaron a estar en poder de los griegos. Los judíos soportaron la nueva dominación, pero se opusieron con fuerza a las costumbres religiosas que los griegos querían imponerles, y aparecieron figuras fuertes como Judas Macabeo.
Tiempo después los romanos arrebataron a los griegos sus dominios y construyeron un imperio que se extendió prácticamente a lo largo de todo el mundo conocido hasta entonces. El general Pompeyo fue quien conquistó Jerusalén y destruyó el Templo como signo de sometimiento y dominio (el Templo luego fue reconstruido).
Bajo el imperio romano se produjo el gran acontecimiento de la historia de la salvación: el NACIMIENTO DE JESÚS, el Hijo de Dios, el Salvador. Dios envió a su Hijo, y con Jesús ingresó la salvación en el mundo.

San Juan Bautista de la Concepción (Dibujo)


Fiesta: 14 de febrero

San Juan Bautista de la Concepción fue el reformador de la Orden de los Trinitarios que había sido fundada por san Juan de Mata en 1194.
Juan Bautista de la Concepción nació en Almodóvar del Campo, España, el día 10 de julio de 1561. Siendo niño, los carmelitas descalzos fundaron un convento enfrente de su casa donde estudió gramática. En 1576, santa Teresa de Jesús fue a Almodóvar para visitar a sus frailes, y se hospedó en la casa de la familia de Juan Bautista, quien tenía entonces 15 años de edad. Cuando Teresa de Ávila se despidió de sus anfitriones, se levantó el velo que cubría su rostro, y mirando fijamente a Juan dijo a su madre estas proféticas palabras: «Vuestra merced, patrona, tiene aquí un hijo que será un gran santo, abogado de muchas almas y reformador de una gran cosa que se verá».
Juan estudió primero con los carmelitas de frente de su casa, luego fue a la universidad en Baeza y luego en Toledo. Allí decidió su vocación religiosa y pidió ser admitido en la Orden de la Santísima Trinidad.
En 1585 se ordenó sacerdote, y como tenía una elocuencia y sabiduría excepcional, al poco tiempo se ganó mucha fama por sus sermones. Se convirtió en un prestigioso predicador tanto dentro como fuera de su Orden.
En esos años la vida religiosa vivía tiempos de reforma. La Orden de los Trinitarios también había sido llamada a reformarse para vivir una vida más austera, por lo cual había conventos de vida austera (reformada) y otros de vida acomodada. Juan Bautista eligió estar en la rama reformada, pero cuando fue al convento se dio cuenta que dentro nadie vivía la vida austera realmente.
Entonces emprendió un camino para solicitar al papa la aprobación de la verdadera reforma trinitaria. Sufrió mucho para lograr esa aprobación. El 20 de agosto de 1599, el papa Clemente VIII expidió el breve Ad militantis Ecclesiae por el que aprobaba la "Descalcez" trinitaria («Congregación de los hermanos reformados y descalzos de la Orden de la Santísima Trinidad») para la observancia fiel de la Regla primitiva de la Orden.
En octubre de 1599 dio comienzo a la nueva Orden reformada, y fue en aquella circunstancia que añadió a su nombre el apellido «de la Concepción» que le acompañó de por vida. Fue un trabajo muy duro que comenzó solo, pero la gracia de Dios estaba con él, ya que en 1605 ya tenía fundados 8 conventos de trinitarios descalzos con más de 12 frailes en cada uno.
La otra rama de los trinitarios que no estaba reformada con el tiempo fue disminuyendo hasta que desapareció completamente.
Juan Bautista de la Concepción murió el 14 de febrero de 1613. El 25 de mayo de 1975 fue canonizado solemnemente por el papa Pablo VI.