La advocación de María como Reina de los Apóstoles es la
primera devoción que encontramos en la Iglesia, ya que se manifiesta en el
Cenáculo. Con el tiempo su devoción se fue debilitando y oscureciendo.
Algunas congregaciones religiosas, volviendo a las fuentes,
retomaron esta advocación despertando nuevamente su devoción, veneración y
honra.
Decía el beato Padre Alberione: “María es Reina de los
Apóstoles por tres motivos: ella posee y cumple todo lo que han de cumplir y
cumplirán todos los Apóstoles juntos. Además, realiza un apostolado que supera
todos los apostolados juntos. Más aún, posee y cumple el oficio de formar,
guiar, sostener y hacer fructificar todos los apostolados. Desde el primer
momento de la encarnación, en el seno de María, comenzó, por Jesucristo, con
María y por María, la glorificación y alabanza de Dios, que es el primero y más
perfecto apostolado, comenzó la redención que constituye el segundo
apostolado”. (RdA 1948)
En la imagen se ve a la Virgen entregando a Jesús al mundo,
el Niño sostiene en su mano el rollo que simboliza la Palabra de Dios, el Verbo
hecho carne que se entrega al mundo por el apostolado de María. Así todos los
apóstoles de todos los tiempos, y todos los apostolados deberían encomendarse a
esta Reina que les ofrece su modelo, y confiar en su protección.