Mateo 26, 57-67; 27, 1-26
Llevaron a Jesús a la casa donde estaban reunidos los
Escribas, los Sacerdotes y su jefe Caifás. Y allí lo interrogaron para
juzgarlo. Al escuchar que Jesús decía que era el Mesías, el Hijo de Dios, se
enfadaron tanto con él que lo condenaron a muerte.
Lo llevaron al gobernador Pilatos para que también lo
condenara y así poder matarlo. Él también interrogó a Jesús; pero no lo
encontró culpable de nada. Sin embargo insistieron tanto sus enemigos, que lo
sentenció a muerte. Y después de azotarlo, se lo entregó para que fuera
crucificado.