martes, 4 de octubre de 2016

Nuestra Señora de Loreto (dibujo)


Fiesta: 10 de diciembre

La leyenda cuenta que en el año 1291, cuando los cruzados estaban perdiendo el control sobre Tierra Santa, los ángeles trasladaron la “Santa Casa” de la Virgen María, desde Nazaret hasta un poblado llamado Tersato (Dalmacia, Croacia).
Las primeras personas que vieron la casa encontraron dentro un altar, y sobre él una estatua de la Virgen María, hecha de madera de cedro, que tenía al niño Jesús en sus brazos. El niño Jesús tenía sus dos dedos de la mano derecha extendidos en acto de bendición y con su mano izquierda sostenía una esfera de oro representando al mundo.
Días más tarde la Virgen María se apareció a un sacerdote del lugar, que estaba enfermo, para sanarlo de su enfermedad y para anunciarle que esa casa era su casa de Nazaret. Cuando el sacerdote, ya sanado, lo comunicó a los pobladores del lugar comenzaron las peregrinaciones al lugar.
Tres años y cinco meses después, en la noche del 10 de diciembre de 1294, la casa desapareció de Tersato para no volver. Los ángeles la trasladaron nuevamente la Casa llevándola a Italia, donde cambió de lugar varias veces, hasta que finalmente se instaló en un monte de piedras cercano a la vía principal que llevaba a Recanati, cerca de la costa.  Luego, se construyó allí un gran santuario para proteger la Santa Casa.
La imagen de la Virgen lleva el nombre de Loreto por el primer lugar donde estuvo la Santa Casa en Italia, que se llamaba así porque estaba rodeado de un bosque de Laureles.  En la noche del 22 al 23 de Febrero de 1921 la Santa Casa se incendió, milagrosamente no sufrió ningún daño, pero la imagen de la Virgen sí, y se perdió completamente por las llamas. La imagen que se encuentra y se venera en la actualidad se mandó a esculpir después del incendio y se realizó en madera de cedro libanés. El color oscuro de la imagen es réplica de la estatua original de madera, que se había oscurecido con el hollín de las lámparas del aceite que se usó en la capilla durante siglos.
La imagen antigua fue coronada por el papa Pío VII, y la actual fue coronada por el papa Pío XI.